Recuerdos y mas recuerdos (Claire M. Doucete)

Vale hoy no era mi día me había despertado por culpa de que recordé el accidente solo me faltaba eso después de 7 años aun seguía pensando en eso. Suspiré y después de ducharme y vestirme Salí de la habitación. Me dirigí al polideportivo de la universidad más que para jugar o agarrar una pelota ya que sabía que no podía, ya que podría acabar mal porque siempre que tenía una pelota en las manos no podía evitar tirarla a canasta o simplemente chutarla. Llegue al polideportivo mirando a todos lados y agarre una pelota a pesar de que no debía. Simplemente me dedique a botarla ya, mientras andaba alrededor de toda la pista. Mire la canasta y tire pero más que tirar a canasta tire contra la pared ya que el cabreo era notorio en mi, y un suspiro volvió a salir de mis labios. Iba a ir a por la pelota pero me obligue a mi mismo de no hacerlo así que fui a sentarme a las gradas mirando el techo. Pensando que ojala pudiera volver a jugar. Estaba tan metido en mis pensamientos que no me di cuenta que la puerta del polideportivo volvió a abrirse después de que yo entrara.

Había salido de clase y me dirigía a las taquillas de los vestuarios del polideportivo a recoger una bolsa de deporte que me había dejado esa misma mañana para no tener que ir cargada a todos los sitios. Abrí la puerta y vi una figura recostada en las gradas. Me acerqué un poco hasta reconocerla, era Adam. Me acerqué algo sorprendida al comprobar que no reaccionaba ni al repiqueteo de mis tacones contra el parquet. Subí los escalones hasta ponerme a su lado de pie y levemente inclinada observando e intentando averiguar el porqué estaba así.

Cogí mi dedo índice y lo puse sobre la punta de su nariz presionando levemente. - Eh, pequeñín... ¿estás vivo?- pregunté frunciendo los labios sin apartarme.

- ¿Qué haces aquí? - pregunté enarcando una ceja mientras me incorporaba poniendo mis brazos sobre la cintura.- Formularé nuevamente la pregunta... ¿qué haces aquí aparte de lanzar a la pobre pelota con mala leche contra la pared? - pregunté en un tono casi de guasa antes de sentarme junto a Adam. - ¿Estás bien? - añadí mientras acariciaba levemente su brazo con mi mano.

Conocía a Adam ya bastante tiempo y algo me decía que no estaba en su mejor momento así que mejor enterarme de aquello que le preocupaba e intentar ayudarlo en la medida de lo posible ya que no me gustaba nada de nada el ver a la gente a la que quería pasarlo mal.

Deslicé mi mano desde su brazo hasta su mejilla pellizcándole levemente. - En realidad no te vi... sólo escuché como si lanzaran una bomba en la cancha... - susurré en plan confidente haciendo una mueca arrugando la nariz.

Escuché lo que le traía de cabeza en aquel momento y dejé escapar un suspiro - Cielo, te he dicho mil veces que no le des vueltas a ese tema... - dije en tono dulce y fraternal. - Aunque bueno, si quieres jugar como hacías antes, es decir... en plan super estrella sólo tienes que jugar contra mi. - añadí bastante resuelta e intentando no reírme de la ridícula proposición que le estaba haciendo. - Ya sabes... yo soy penosa y encima voy con tacones. Podrías lucirte. - añadí casi mordiéndome la lengua para no soltar una carcajada. - Yo venía a retarte. - dije esperando alguna respuesta por su parte a mi ofrecimiento para subirle el ánimo- Y luego a recoger una bolsa que me dejé esta mañana en las taquillas. - finalicé esbozando una leve sonrisa.

Me dejé querer mientras le devolvía también todo tipo de abrazos y achuchones varios intentando animarlo un poco. Adam había sido siempre como un hermano mayor. El hermano mayor que no teníamos y que de seguro nos habría hecho sentir más protegidas de lo que nos hacían sentir nuestros padres. - Bueno, entiendo que no quieras que te de una paliza con mis deportivas Nike de última generación.- bromeé mientras golpeaba mis talones al más puro estilo Dorothy del 'Mago de Oz'.

Me puse en pie y caminé hacia los escalones. Bajé un par y me detuve, si lo dejaba allí solo quizás volvería a darle vueltas a la cabeza y volvería a tener un bajón. - Adam... - dije en tono infantil.- ¿Me acompañas a los vestuarios que me da miedo? - pregunté sin poder contener la risa mientras estiraba los brazos moviendo los dedos esperando que me acompañase.

- A la próxima vez me limitaré a decir 'Adam, capullo, ven'. - dije socarrona mientras cogía su mano para bajar los escalones. Di unos cuantos pasos por la cancha haciendo que el sonido de mis pisadas retumbase en el pabellón, miré a Adam y volví a sonreir. - No creo que tuvieses que acabar en el hospital para darme una paliza. - añadí torciendo el gesto en una mueca evidenciando lo mala que era en baloncesto. En realidad creo que no se me daba ningún deporte bien. Quizás tenis... pero poco más.

Me adelanté asomándome en el vestuario femenino. - Despejado. Puedes pasar. - dije tras comprobar que no había ninguna chica dando luz verde a Adam para que me acompañase hasta los taquilleros.

- Sí, claro... soy buenísima jugando a baloncesto... - ironicé- De pequeños jugábamos a lanzar a canasta en plan cutre, dos contra uno y pondría la mano en el fuego a que seguro que te dejabas ganar- añadí divertida sin borrar la sonrisa de mis labios aunque con total sinceridad.

Tiré de él agarrada a su mano hacia el interior de los vestuarios. - Claro, no miro, entramos y te encuentras con el equipo de natación recien salido de la ducha. ¿Qué habría pasado entonces? - pregunté enarcando una ceja con algo de malicia intentando imaginar el bochorno que pasaría el chico en una situación así. - Seguro que tú también te preocuparías de que si me tocase entrar al vestuario de chicos, todos los pajaritos estuviesen en su jaula, ¿no? ¿O me permitirías entrar sin más? - añadí bastante resuelta esperando su respuesta.

Comencé a girar el candado de la taquilla, poniendo la combinación que conseguiría abrirlo mientras escuchaba divertida a Adam. - Bueno, ¿cómo se pondrían? Imagino que se pondrían a gritar como locos que saliese del vestuario y me llamarían 'pervertida' o algo peor, ¿no? - dije bromista notando un pequeño click seco señal de que había desbloqueado la cerradura, abrí la puerta metálica sonoramente y saqué una pequeña bolsa de deporte de tela púrpura satinada y la dejé sobre los bancos de madera que había detrás.

Un pequeño objeto cilíndrico llamó mi atención, un pequeño brillo labial de niñas de 'Tarta de Fresa' yacía en el fondo del habitáculo metálico. Lo cogí y me lo pasé por los labios. Era prácticamente un juguete de niñas, pero me gustaba como quedaba. Apenas se notaba y dejaba unos labios levemente enrojecidos como si los acabase de morder y un suave aroma a fresa. - Vaya, ni sabía que tenía esto aquí... - dije sorprendida metiéndolo en el bolsillo.

Cerré la puerta del taquillero y volví a cerrarla con el candado, cogí la bolsa de deporte y miré a Adam. - Ya está, ¿nos vamos?- pregunté con una leve sonrisa.

Escuché su pequeña disertación sobre los tíos. - ¿Sólo a veces? - puntualicé algo sarcástica mirándolo a los ojos con una leve sonrisa maliciosa. Cogí la bolsa pero rápidamente me la quitó de las manos, en eso tenía razón, él no era como la mayoría de chicos que conocía: era todo un caballero y nos trataba siempre como princesas, quizás también porque no nos mirábamos como unos jóvenes adultos más en busca de ligues, sino como si fuésemos hermanos.

Me encogí de hombros ante su última cuestión. - Bueno, lo que te apetezca. Aquí estaremos bien tranquilos... aunque prométeme que no te dará el bajón por estar rodeado de canastas, aunque si quieres podemos echarnos unos tiritos en plan tranquilo con tacones y todo. - bromeé pasando mi brazo por el suyo y apoyando mi cabeza sobre su hombro sin borrar la sonrisa saliendo directamente a la cancha.