Running relieves tension ~ Sidney

Está en el polideportivo. No sabe muy bien que hace allí, solo sabe que fuera tenía frío y no quiere dejar los ejercicios para otro momento. Porque los hace todos los días y podrá llover, pero eso no va a impedir que los haga. Le gusta correr, le divierte y la hace sentirse relajada. Le hace salir de la maldita presión de ser la hija del jefe de estudios y sobrina del director, -aunque el padre sea un estirado, capaz de molestar a cualquiera y el tío esté pirado, completamente loco y perturbado- Pero es su familia y la quiere a pesar de que tenga instintos homicidas hacía su primo constantemente.

Ha llegado allí hace una media hora y aún está sentada en el suelo, con los vaqueros y las converse rosa de su decimoséptimo año. Siempre le han gustado esos zapatos, altos, bajos, incluso cuadrados le gustarían. Decide que es hora de cambiarse en cuanto mira el reloj digital que reposa en su muñeca. Va al vestuario y se cambia, ahora lleva un chándal negro, de deporte totalmente. No es ni bonito, ni original. Es negro, solo negro. Sin detalles. Soso sin duda, pero perfecto para hacer deporte. Deportivas negras. Si, no se iba a complicar para correr por un puto rectángulo con olor a plástico. Realmente no está nada mal el sitio, pero eso de que huela tanto a plástico le marea. Casi tanto como escuchar “tu” “jugar” y “pelota” en la misma frase sin un rotundo NO en medio.

Lleva corriendo diez minutos, no va muy rápido por lo que no se cansa demasiado. Lleva puesto el iPod, con una de las canciones de Edward Maya. Sigue corriendo mientras tararea la canción, solo el ritmo, puesto que la letra le parece una completa idiotez. Siente que se abre la puerta pero pasa del tema, a ella lo que le va es ignorar en esos momentos. Se podría decir que es bipolar, cuando está corriendo se comporta borde, pero cuando no es una chica sonriente. No se la molesta fácilmente. Claro, si no eres el subnormal con exceso de hormonas que parece perseguirla. Ha pensado seriamente en apuntarse a Kung Fu, para romperle en trocitos y que la deje en paz. Pero sabe que no tiene ningún tipo de base para argumentar aquello, así que declina la opción. Tal vez, y solo tal vez deba cambiar de universidad. Es un maldito pesado, joder.

El profesor era un hijo de puta. Adiós y muy buenas.

Un bolígrafo. UN JODIDO BOLÍGRAFO. Por culpa de pedirle ese objeto a un compañero de clase, me había echado argumentado que había estado interrumpiendo su lección con su charla. Si, hamijo, es que estaba manteniendo una agradable y profunda conversación sobre bolígrafos...

Así, pues, decidí salir de la clase dando un portazo, mochila colgada de un hombro y encenderme el iPod para ver si podía calmarme por un momento con mis canciones y no darle una patada a una papelera, a lo Chuck Norris.
No solía ser agresivo, pero me reventaba aquellas mierdas, en serio. Pero bueno, como rezaba aquel famoso dicho... "Música encendida, Mundo apagado". En realidad, dudaba de que fuese un refrán famoso, pero qué narices, me iba al pelo en aquella ocasión.

Caminé por los vacíos pasillos del campus. apenas habían dos o tres estudiantes merodeando por allí, o bien eran de otra facultad y venían para disfrutar de algún establecimiento que tuviese nuestra facultad y no otra o los habían echado de clase como a mí. La verdad es que había visto a un tipo con la cara como si hubiera chupado limones, quizá ese era de los míos.

Cuando crucé por el polideportivo, me asomé por las ventanas de pabellón para ver si identificaba a algunos de mis compañeros de otro grupo haciendo deporte o algo así. Resultó que no había nadie, solo una chica en chándal negro dando vueltas. Me detuve echando la cabeza hacia atrás y retrocedí con la mirada pegada en el cristal, entrecerrando los ojos. Esa chica me sonaba...

Coño, ¡si era la que tenía el cartel de "virgencita" colgando en la frente!

Sonreí de lado de forma divertida. Pobre muchacha, me estaba dando pena solo de pensar en lo que le iba a estar tocando las pelotas durante todo el curso.
En realidad, no me la daba, pero era divertido imaginárselo.

Así pues, entré en el gimnasio. La chica no se volteó a mirarme. Arqueé una ceja mientras pausaba la canción de Anarchy in the UK de Sex Pistols y enrollé los auriculares alrededor del iPod mientras me acercaba a un banco cercano, dejaba mi mochila negra a un lado, me sentaba y ponía mi pie encima de la rodilla, espatarrado y con las manos en la nuca, apoyando mi espalda en la pared y sonriendo ampliamente mientras seguía con la mirada la trayectoria de la chica sin parpadear.

Sé que puedes leerme el pensamiento, chica. Incómoda. Te sientes incómoda. Oh, sí, te jode, ¿eh?

Se sentía incómoda, realmente no tenía claro porque. No había tenido un mal día, no tenía porque estar de mal humor, ni incómoda, era simplemente idiota tal reacción. Paró en seco y se giró para ver que podía provocar aquello. Lo vio. El gilipollas de siempre. Ahora, se lamentaba por haber decidido ir allí. Decidió ignorarle subiendo el volumen de su iPod. Sus oídos iban a reventar como siguiesen escuchando las canciones electrónicas tan alto.

”Tranquila, solo quiere molestar..” Se decía a si misma, tratando de que su ritmo cardíaco volviese a su ritmo normal. Se decía a si misma, pero no soportaba que ese maldito niñato estuviera en todos los momentos de su vida. Joder, ¡Que parecía que la seguía! Tomó aire y lo exhaló para después girar sus pasos hacía el. No le hacía ninguna gracia, pero empezaba a hartarse de tener que ver su cara en cada rincón de la universidad.

-¿Algún problema conmigo?-Era verle y enfadarse, automáticamente.-Empiezo a creer que tienes una obsesión grave conmigo, de verdad.- Tenía unas ganas tremendas de darle un tortazo, una patada y mandarlo a tomar viento.

No le molestaba admitir que el chico Gosmardsen le caía medianamente bien cuando no se comportaba como un gilipollas, -osea ser, nunca- , lo que realmente la molestaba era que fuera un idiota, un idiota con unos ojos jodidamente bonitos. -En serio, siempre molestas. SIEMPRE.- Tomó aire y suspiró.

ooc. Perdóón T-T no me salió nada mejor

LOL. Tranquila, mujer, si está bien xD Mi post va a ser peor.

Me quedé observando un rato hasta que la chica no pudo ignorar más mi presencia y tuvo que dirigirse a mí, cortante. Arrugué la nariz aún conservando la sonrisa y me eché hacia delante, apoyando los codos en mis rodillas. Alcé las palmas de mis manos al igual que mis cejas, indicándole que parase.

-Tranquila, fiera. Eres más desagradable que un Petit Suite de chorizo.-dije incorporándome y acercándome a ella con las manos en los bolsillos.-Encima que vengo a verte... ¿Qué haces corriendo por aquí?-torcí la boca y fingí estar concentrado, pensando, después me di con el puño en la frente levemente como si hubiera caído.-¡Ya sé! No podías soportar estar un minuto más sin verme y has venido a mi facultad. Mira tú qué bien.

Decidí ponerla aún más de los nervios, por lo que esbocé una mueca de desagrado, haciéndome el ofendido.

-En serio, deja ya de perseguirme a todas partes. Me das mal rollo. ¡No me dejas hacer mi vida en paz!

Una expresión de asco se vio reflejada en su cara, estaba completamente segura de ello, ¿Petit Suite de chorizo? ¿A quién diantres se le ocurre eso? A un gilipollas integral como el, se autorrespondió. ¿Quién come eso? ¡No debe de ser ni sano siquiera! -Ni soy una fiera, ni quiero saber quien come tal cantidad de asquerosidad.- Y no, no quería saber a que sabía eso.

En dieciocho años, nunca había conocido un espécimen como Sidney, en serio lo pensaba. Sidney era un imbécil sexópata. Que parecía que habían puesto en la universidad St. Michaelson para joderle el curso.-¿Hago? Ahora solo hago de tripas corazón para no soltarte un tortazo.-Sí, inocente. Hasta cierto punto, porque con Elizabeth J. Michaelson no se mete ni el papa. Sí, era influenciable, pero como le dieses una mala primera impresión, ya estabas en su lista de ignorados, y si además, la intentabas enojar, directamente eras el sujeto número uno de los indeseados. Y Sidney lo había conseguido. No le conocía de nada, pero verle le molestaba y arruinaba el día. En esos momentos se agradecía no haber escogido deportes, solo tener que ver su cara en la misma facultad, ya la mataría. Las ganas de reventarlo a hostia limpia se atenuaron con el comentario de ir a verlo, ¿Ella a ÉL? Prefería pasar todo un día con su familia en Navidad. Y eso, mucho era ya.-Era más feliz cuando no te veía.-Suspiró. Era cargante, de verdad.

Si no tuviera modales, -como podía asegurar que los tenía-, le habría insultado, pegado y acribillado a gritos, pero como era una señorita se tenía que portar como tal. Una puñetera mala palabra llegaría a oídos de Candice y, su prima no hacía otra cosa que buscarle relaciones sociales. Muchas veces se preguntaba que había hecho en su vida pasada para acabar en una familia como la suya, por mucho que los quisiera. -Te divierte molestarme.-No era una pregunta, era una afirmación.-¿Te he hecho algo, para que me odies?-Miró para otro lado, mientras se mordía el labio inferior. Porque podía ser una chica de dieciocho años normal y corriente, de las que salen de fiesta y se divierten, pero siempre sería una niña. Y como a todas las niñas, les molesta no saber algo.