Intentando hacer algo productivo (Sam Winchester)

Entré en la biblioteca tecleando en mi Blackberry un tweet mientras la silenciaba para que no me echasen del edificio. Crucé el vestíbulo saludando con una amplia sonrisa a las bibliotecarias mientras buscaba la moqueta evitando el parquet para que el sonido de mis tacones no retumbase entre aquellas paredes.

Tras unas cuantas estanterías metálicas llenas de libros llegué a una zona con un par de ordenadores para hacer las consultas bibliográficas. Sabía perfectamente que quería un libro sobre 'Historia de la Economía' para hacer un trabajo en la asignatura del mismo nombre sobre cómo había evolucionado la economía desde la revolución industrial. Cogí el libro que había recomendado el profesor en la bibliografía de la asignatura y lo abrí sobre la mesa. Saqué un cuaderno y comencé a tomar notas. A pesar de llevar el portátil en su bolsa prefería hacer el primer borrador del trabajo siempre a mano, manías que tiene una.

Miré la hora y dejé escapar un suspiro, me esperaban como mínimo un par de largas horas revisando aquel tostón de libro para sacar la información que necesitaba.

Disponía de toda la mañana libre, hasta después de comer que tendría dos horas de clase. Supongo que eso son las ventajas de que el profesor de la mitad de las asignaturas hubiese enfermado.
Necesitaba estudiar, se acercaban los primeros exámenes y tenía que ponerme al día con las nuevas leyes. Por eso, me fui a la biblioteca y me acomodé en uno de los ordenadores empezando a buscar nuevas leyes en el boletín oficial, y anotándolas en mi libreta. El silencio reinaba hasta que sin poder evitarlo, estornudé sonoramente, intentando hacer el menor ruido posible. Peor me resultó en vano cualquier intento de silenciarlo, la gente me miró y me espetó que me callase. Me puse un poco nervioso y cuando quise retomar mi lápiz, éste se me escurrió cayendo bajo la mesa- Mierda- susurré agachándome bajo la mesa y poniéndome a cuatro patas buscando el maldito lápiz el cual había ido a parar justo bajo el asiento de la persona que tenía delante, por las piernas y los tacones deduje que era una chica.

Pst, pst- dije lo más bajo posible dándole dos toquecitos con el dedo en la punta del zapato para llamar su atención y que se agachase.
Lo más normal hubiese sido salir de debajo de la mesa y pedirle el lápiz directamente, pero en ese momento de apuro no pensaba con claridad.

Estaba absorta en la evolución de las teorías socioeconómicas cuando noté un pequeño golpecito en los pies. Fruncí el ceño mientras movía el pie intentando que se me pasase ese leve hormiguero producido posiblemente por el uso de esas botas.

Volví a notar el leve repiqueteo y miré con algo de miedo por si fuese algún animal rastrero paseando libremente por la biblioteca. Corrí la silla con lentitud evitando hacer ruido ni ningún movimiento brusco que pusiese al animal en mi contra. Separé las rodillas para observar aquello que estaba rozándome el pie y vi a un chico agazapado bajo de la mesa.

Cerré las piernas en un acto reflejo y corrí la silla haciendo un ruido seco. Noté las miradas sobre mi, me giré y sonreí gesticulando un tímido 'lo siento' acompañado de una sonrisa vergonzosa y unos hombros encogidos.

Volví a mirar al chico y enarqué una ceja. - ¿Qué haces ahí? - pregunté algo confusa por la escena.

La primera vez que la chica se agachó sonreí triunfalmente, pero justo cuando fui a hablar, ella se apartó bruscamente llamando la atención. Mi acto reflejo fue el levantarme para evitar que ella hiciese ruido, pero claro, no contaba con el factor ''estar agachado bajo una mesa'' y me golpeé en la cabeza cayendo de rodillas llevándome una mano a la cabeza sobándomela en busca de algún chichón - Joder, Sam... - me dije a mí mismo, compadeciéndome interiormente de mi situación.

La chica volvió a agacharse y el lápz ahora estaba accesible, así que me estiré hacia ella quedándome casi tumbado en el suelo y agarré el lápiz enseñándoselo - Estaba bajo tu silla - dije intentando excusarme por la situación y las molestias que pudiese haberle causado.

Escuché el golpe seco que el chico se dio contra la pesada mesa y justo después me enseñó el lápiz que según parecía estaba entre mis pies. Sonreí de manera circunstancial. - ¿Estás bien? - pregunté algo preocupada. - Ese golpe no ha sonado nada bien... - afirmé entre susurros agachándome levemente mientras analizaba lo absurdo de la situación debatiéndome entre si aquello había sido una burda técnica de ligoteo o aquel chico realmente era tan inocente y adorable como aparentaba (además de ser algo patoso).

¿eh?, sí, sí, no te preocupes... tengo una cabeza dura y bien amueblada- dije haciendo un chiste fácil, bastante inoportuno. Me sequé la mano, ya que cuando estaba nervioso me sudaban las palmas de las manos y se la ofrecí a la chica - Soy Sam - me presenté sonrojándome un poco por lo aparatoso de la situación. La chica podría pensar cosas que no eran, o peor aún, podría creer que yo era uno de esos depravados que se meten bajo las mesas para mirar las braguitas de las chicas en minifalda.

Fruncí los labios formando una leve sonrisa todavía algo confusa por la situación. Reaccioné únicamente cuando se presentó. - Encantada Sam. Yo soy Claire. - añadí alargando mi mano estrechándola con la suya casi el doble de grande que la mía.

Hubo un momento de silencio mientras todavía seguían nuestras manos estrechándose. La aparté con delicadeza mientras sonreí levemente tanteando el terreno intentando despejar la incógnita. - Podrías habérmelo pedido. - añadí antes de dejar escapar una leve sonrisilla incrédula- Y podrías salir también de debajo de la mesa que quien me vea aquí agachada hablando va a pensar que estoy loca.- bromeé apartándome a un lado sin hacer ruido para que saliese de allí bajo.

Me sonrojé un poco más - Creía que llegaría, y no quería molestar.... y al final ha sido peor el remedio que la enfermedad- me justifique retrocediendo levemente y poniéndome en pie esperando a ver a Claire. Pero no pude esperar mucho y rodeé la mesa de ordenadores acercándome a ella y le ofrecí mi mano para estrecharla, ya que no era mucho de dar besos, aunque a una chica atractiva no le haría ascos.

Encantado Claire, y ahora ya nadie creerá que estés loca- susurré acercando mis labios a su oído para no molestar a nadie, y luego la miré a los ojos sonriéndole con una mirada inocente.

Levanté un poco la mirada sorprendida al ver la altura de Sam. - Es un alivio... - aproveché la cercanía de su oreja cuando se agachó para contestarle.

Sonreí mientras seguía confusa por aquella situación mientras miraba a Sam y su expresión inocente. O era un inocentón adorable o un cabrón de cuidado que sabía como interpretar su papel. - Va, agáchate un poco que vea lo que te has hecho... - susurré frunciendo los labios algo preocupada no fuese a ser que el pobre muchacho se hubiese abierto la cabeza. Era un cargo de conciencia que no quería arrastrar y algo que no podía evitar dado el instinto de protección innato que se despertaba con frecuencia en mi interior.

Me percaté de lo menuda y frágil que parecía Claire a mi lado. No es que fuese un armario de chico, pero tenía el cuerpo musculado y era bastante alto. Tenía el flequillo cubriéndome parcialmente los ojos, dándome un aspecto aún más inocentón y adorable, como si fuese un tierno cachorrito achuchable.

Agaché la cabeza un poco flexionando las rodillas para ponerme a la altura de ella y me sonrojé al verle el escote, cerrando enseguida los ojos para no ver nada que no debería ver - Estoy bien, ha sido sólo un golpe, seguramente me saldrá un chichón y listos - dije, y justo cuando terminé la frase, la gente de las mesas nos miraba de forma molesta y nos indicaron con un fuerte y rotundo ''Sht!'' que callásemos.

Sam se agachó y sonreí levemente al notar su reacción de evidente vergüenza por la proximidad a mi pecho. Confirmado. Aquel muchacho parecía ser lo más inocentón que había visto en mi vida. Escuché su comentario mientras deslizaba mis dedos por su cabello, apartándolo cuanto apenas con un leve roce hasta descubrir una zona enrojecida en su coronilla por el fuerte golpe.

Me giré mirando con una leve sonrisa de disculpa a aquellos que reclamaban silencio. Uno de ellos era un capullo de último curso que parecía no entender el significado de 'Déjame en paz, no quiero nada contigo' y al que gustosamente le enseñé mi dedo corazón. - Ya sé que solo es un golpe pero si no quieres un chichón ponte un poco de agua fresquita y solucionado. - susurré ofreciéndole un remedio casero. - Y llevo ibuprofeno en el bolso... por si te duele. - añadí ofreciéndole lo que tenía para calmar el dolor y que volviese a sus tareas cuanto antes.

Alcé la cabeza abriendo los ojos y mirándola a los suyos sacudiendo un poco la cabeza para colocarme el flequillo hacia un lado - ¿Te importaría acompañarme? Es que yo soy capaz de terminar empapado y de dejarlo todo como los zorros...- comenté evidenciando que era un patoso, aunque más que patoso era un poco manazas y no se me daba bien el tema de precisión, y mucho menos eso de tener que echarme agua fría en un sitio en concreto sin poderme ver bien.

Me pasé una mano por la nuca frotándomela de forma circunstancial y sonreí intentando resultar simpático, y ¿por qué no? buscando un poco de compasión por parte de la chica.

Dejé escapar un suspiro ante aquella proposición. ¿No sabía ni mojarse la coronilla sin acabar empapado hasta las rodillas? Pero entonces vi aquella expresión infantil e inocente que destilaba, no sabría decir si consciente o inconscientemente y fruncí el ceño. Dejé todos los papeles, los bolis y el libro esparcidos por la mesa para que no me los quitasen mientras cogía el bolso prácticamente al vuelo mientras dejaba escapar un leve - Va, vamos...- entre susurros mientras caminaba por entre las estanterías en dirección al pasillo exterior donde se situaban los baños al final y junto a la entrada a los mismos, en un pequeño rincón un par de máquinas expendedoras de bebida y comida basura varia básica para sobrevivir en aquel infierno llamado biblioteca.

Me paré y me giré viendo que Sam todavía seguía allí parado. Le hice un gesto con la cabeza señalando la puerta de vidrio del fondo y continué caminando hacia ella.

Aceleré el paso colocándome a su lado, caminando ligeramente encorvado de forma algo sumisa - Siento molestarte... debo causarte una mala impresión. Pero de verdad que no soy tan inútil como parezco...- expliqué gesticulando con las manos y sujetando la puerta permitiendo pasar a Claire primero - Si fuese tan inútil no estaría en ésta universidad con una beca, ni me habría decidido por Derecho ¿no?- empecé a hablar dándome cuenta de que quizás a la chica de poco le importaba mi vida y mis razones por las cuales estaba en esa universidad.

Tragué saliva y decidí quedarme callado hasta que ella hablase.

- No lo pongo en duda... - dije mientras pasaba por la puerta que caballerosamente estaba aguantando y desfilando por el pasillo de suelos de madera. - Y en ningún momento he dicho que seas un inútil. - añadí guiando mi mirada hacia la suya y sonriendo levemente mientras caminábamos- De hecho, más que inútil, me pareces adorable. - le dije con total sinceridad deteniéndome delante de la máquina de bebidas, introduciendo una moneda de mi bolsillo y sacando una botella pequeña de agua fría. - Elige: ¿baño de chicos o de chicas? - le pregunté jugueteando con la botella entre las manos.

Cuando dijo que le parecía adorable me sonrojé y sentí como las manos se me ponían sudorosas, carraspeé levemente y pasé tras ella sonriéndole levemente - Pu-pues...- dije aparatosamente mirando ambas puertas. Me pasé una mano por la nuca rascándomela y despeinándome. El baño de chicos solía ser sucio y vulgar, pero en el de las chicas quizás me buscase problemas - El de los chicos suele estar sucio...- dije algo avergonzado, por si ella pensaba que yo era un guarro o un descuidado. Mis axilas no apestaban, ni olían, por suerte era muy cuidadoso con mi higiene personal, y más porque era bastante sudoroso, y quizás por ello me duchaba a veces dos veces al día.

- Tú mismo. Sam... - susurré mientras pensaba. Estaba claro que si una mujer veía a un hombre en el baño de señoras pondría el grito en el cielo, mientras que si un hombre veía a una mujer en el baño de caballeros se limitaría a sonreír con autosuficiencia y a observarla de arriba a abajo sin decir ni pío. - Total... sólo quiero ir a un baño para que no caiga el agua al suelo. - dije cogiéndolo de la muñeca para ponernos en marcha ya que no se le veía con demasiada iniciativa.

Solté su muñeca enseguida y abrí la puerta. - Voy a pasar, así que más os vale estar presentables... - grité antes de entrar y comprobar que allí no había ni dios. - Ven... - susurré mientras comprobaba qué lavabo no tenía bolas de papel mojado. Dejé mi bolso sobre el secamanos eléctrico y abrí la botella haciéndole un pequeño gesto a Sam para que viniese flexionando mi dedo índice.

Sin darme cuenta, aquella suave y femenina mano me asía por la muñeca tirando de mí, seguí sus pasos sonriendo levemente al verla tan decidida. En ese instante la nevidié, pues a veces desearía ser un poquito más lanzado.

Me aseguré de que las cabinas del baño estuviesen vacías y por un instanté pensé en lo que pensaría alguien si nos hubiese visto entrar a los dos de tal manera, efusivamente y con ella tirando de mí. ¿A caso pensarían que ella era una buscona? No, de ninguna manera permitiría que nadie pensase eso de Claire.

Regresaba hacia los lavabos y la vi indicarme que me acercase con el dedo, debo confesar que esa imagen de ella llamándome con su dedo provocó que mi piel se erizase, deseando por unos instantes que eso ocurriese en otro contexto.

Terminé a su lado y apoyé ambas manos sobre el lavabo agachándome e inclinando la cabeza hacia ella pero sobre el lavamanos - ¿Va bien así, o quieres que me ponga de otra manera?

Bajé la mirada hacia la botella, comprobando que todo estuviese en su lugar. El ver a Sam acercándose hacia mi mientras lo llamaba con el dedo hizo que me sonrojase levemente, así que antes de que se diese cuenta bajé la mirada y di un trago al agua intentando que la repentina ola de calor que me había asaltado sin razón alguna desapareciese. - N-no. Así estás bien. Cuidado que está fresquita...- le advertí antes de deslizar nuevamente mis dedos entre su cabello con delicadeza dejando caer un pequeño hilo de agua fría sobre la zona irritada. - ¿Vas bien? - pregunté mientras seguía recolocando su pelo mojado con leves caricias de mis dedos.

Cuando cayó el primer chorrito de agua en mi cabeza temblé levemente por el escalofrío que me produjo- Dios sí que está fría... - susurré y enseguidá sentí sus finos dedos deslizarse por mi pelo con suavidad. Aquello me erizó la piel por completo y me obligó a cerrar los ojos. Que me tocasen el pelo o la cabeza era algo que me relajaba y que me gustaba muchísimo - Si sigues así terminaré durmiéndome, Claire.- susurré haciendo el típico sonido de cuando sientes que la babilla te va a caer.

Sonreí al escuchar su comentario casi de manera dulce aunque enseguida cambié la expresión. Ese chico tenía algo, quizás ese aire de inocencia o que tenía pinta de ser blanco de novatadas y tomaduras de pelo varias, que hizo que me sintiese protectora con él. - Bueno, no creo que este sea el mejor lugar para echarse una siestecita... - bromeé mientras dejaba la botella sobre el lavabo y cogía una toalla de papel del expendedor y la plegaba un par de veces poniéndola sobre el golpe. - Creo que con eso será suficiente... no es plan de congelarte las neuronas, que estás en edad de estudiar... - bromeé mientras con una mano aguantaba la toalla de papel en su cabeza sin ejercer apenas presión y con la otra cogía una para limpiar las mías. - Ale, Sam, aguántate un momento la toalla ahí...- añadí mientras esperaba que le hiciese el relevo a mi mano.

Cualquier sitio es bueno, y sino, que se lo pregunten a mi hermano- dije entre risas poniendo a tientas la mano sobre la toalla de papel rozando la de Claire con suavidad. Me sonrojé levemente y me incorporé sacudiendo un poco la cabeza para apartarme el flequillo - Gracias, enfermera, has salvado mi cabeza de sufrir los efectos secundarios de la contusión- dije sonriéndole, y luego me aparté un poco de ella, intentando evitar tocarla, pues no quería que pensase que era un acoso o un manoseador - Será mejor que salgamos antes de que entre alguien y piense cosas raras - recomendé caminando hacia la puerta sujetándola para que pasase ella primero.

Noté su mano rozar la mía y la aparté con delicadeza, pasándolas por la toalla de papel, que acabó hecha una bola en la papelera. - No hay de qué, Sam. Pero recuerda para la próxima: pide lo que se te caiga y no gatees por bajo de las mesas... - bromeé cogiendo el bolso del secamanos eléctrico. - Que piensen lo que les de la gana.- añadí bastante tajante enarcando una ceja pero sin atisbo alguno de mala leche mientras caminaba hacia el exterior del baño. Abrí la puerta y miré a mi alrededor; aunque había dado a entender que no me importaba, inconscientemente, como a todo el mundo, me importaba el 'qué dirán'. - No hay moros en la costa.- bromeé saliendo del baño y parándome delante de la máquina expendedora de bebidas buscando algo que tomar.