volviendo de un no-agradable encuentro -Libree-

No le gustaba tener que ser el chico de los recados de Marcus, no era su esclavo, le repateaba tener que acudir a las citas a las que aquél viejo impresentable no quería asistir, y mucho menos para que el cliente en cuestión cuestionase su eficencia por ser tan joven. Aquél día casi había perdido al cliente por no mostrarse lo suficientemente "cordial" -como dirían algunos- con el fulano. ¿Pero como serlo? Aquél pez gordo -lo segundo literal- lo había escudriñado de arriba a abajo nada más verlo entrar en el despacho, como si Scott fuese un Don Nadie cualquiera.

"Puto imbécil reprimido" Pensó para sus adentro. Aquél tipo de gente era insoportable. Él podía metérselos en la manga como si fuesen chiquillos que incluso venden su alma por meros caramelos, por eso mismo no aguantaba que lo subestimasen o infravalorasen. Simplemente lo hería en su ego de la forma más profunda posible.

Llegó a Times Square, se dirigía de nuevo hacia la universidad. En poco tiempo comenzaría una de sus clases y no quería faltar. Pese a que Scott mantenía el criterio de que no necesitaba la mayoría de sus materias, ya que muchas de ellas las aprendía en su propia casa, quería dar ejemplo de alumno modelo. Él era el típico que aparentaba y actuaba divinamente, lo que fuera con tal de tener a Marcus contento, y totalmente ignorante de sus verdaderas pretensiones. Porque el padrastro de Scott desconocía totalmente los planes de su hijastro, planes que, entre otras cosas, incluían deshacerse de él una vez cobrada la herencia.

Pero aquello era otra historia.

Agilizó el paso, intentando llegar al semáforo que tenía más cerca. "Joder" Pensó, se había puesto en rojo. "Mierda"